domingo, 10 de febrero de 2008

un minuto... mi amigo


La gran embarcación atravesaba el río. Majestuosa, sublime...rompiendo la paz de ese espacio increible...Olas intrépidas surgían de su acción. Su esencia avanzaba, sin culpa, como simple desafío. Pedro la veía. Soteniendo entre sus manos la dénil líena que había construido. Desde su canoa comenzaba a sentir las consecuencias de ese coloso que irrespetuoso usurpaba su espacio y lo invadía. Ese es su Río, siempre lo ha sido. El espacio adonde lo gestó su madre, con amor, con instinto, con sueños y espíritu. La canoa se agita y el siente el hastío. Nació en la ribera, y su mundo es el río. Se siente su dueño, porque lo surca todos los días. Su canoa es pequeña, pero permanece en su sitio... La gran embarcación seguirá su destino... Ella viene de lejos y él no conoce su destino. Será un minuto en su historia y en camino. Un minuto que podrá robarle todo lo conseguido. Su canoa es pequeña. Pero es dueña del río. La construyó con sus manos, con su paciencia... Es real, y la siente casi viva. La embarcación es inmensa, es extraña, pero es real y su esencia lastima... Le husurpa su río, en un minuto lo convierte en su enemigo... Su coloso, el que lo alimenta, lo acoge, lo engendró y lo verá su muerte algún día... Se rinde ante su soberbia y se convierte en su peor enemigo. Levanta sus olas, cede su paz, al empuje de esa desconocida y le mueve su lecho dejandolo sin referente, sin sustento y lo poer... sin amigo. La embarcación pasará... Será sólo un minuto... Pero Pedro se jugará en ese momento su destino.